“En estos días resurge en nuestros corazones el recuerdo de los ciezanos a los que aquel fatídico día 06 de abril de 1477 se les arrebató cruelmente las vidas.
Hoy, como siempre en el mes de abril sentimos vuestra presencia.
Vosotros, sin otras armas que vuestro valor y deseo por vivir en paz, esculpisteis sin quererlo el hecho histórico que quedó marcado para la eternidad en la historia de nuestro pueblo.
Ese hecho quedó reflejado para siempre en este escudo, el vuestro y el nuestro, ante el cual hoy os recordamos y del que vosotros sois la parte más importante, porque estáis en cada letra, en cada trazo, en cada grano de materia, ya que vosotros fuisteis los autores de esta obra y lo tallasteis con el cincel de vuestras propias vidas.
Hoy, desde el lugar donde muchos de vosotros os dejasteis la vida os pedimos que cada mes de abril nos acompañéis en rememorar aquellos acontecimientos en los que fuisteis los protagonistas, pero también os pedimos que nos deis fuerza para que por medio de nuestra fiesta este fragmento de la historia no caiga en el olvido.
Que este escudo, ante el que hoy os homenajeamos, se convierta en un símbolo de oposición ante cualquier acto cruel hacia los pueblos y que vuestras almas sean las garantes de que la llama de nuestro deseo siempre se mantenga encendida, como lo estáis vosotros en nuestros corazones.
Por pasar la Puente nos dieron la muerte”.
La concejala de cultura Ana Cobarro se dirijió a los presentes para recordar también esos hechos y para desear lo mejor para la fiesta que ahora comienzan.
A las 19:45, y ya en la Plaza de San Bartolomé, una vez todo el público sentando hicieron su entrada el comendador y su esposa escoltados por una escuadra de la mesnada Caballeros y Damas de la Villa de Cieça al frente de su capitán y al son de un tambor. El Rey Abu-l- Hassán y su favorita también entraron en la Plaza acompañados por miembros de su Kábila Al-Arifas y una compañía de tambores.
El acto de introdución a la fiesta sirvió de despedida para los anteriores cargos festeros (Rey Moro y Comendador) y para desear los mejores parabienes para los entrantes.
Una vez finalizada la misa todos los grupos se trasladaron al balcon del muro para celebrar la cena festera de hermandad, pero al cuarto de hora empezó a llover y cada uno se las arregló como pudo para poder comer y beber sin mojarse.
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